Elephant Gun suena, suena como si tuviese la aguja en el tocadiscos y la calidad baja, es como un lo-fi predestinado a repetirse de por vida. Amo a Beirut, amo a Condon, amo cada vez que me muevo entre sus letras y me siento pesado, me siento emotivo, me siento en medio de una marea incontenible de verborrea sentimental, del torrente del habla hecho un hombre. Pero no es sólo él, es él y su ukelele, es él desde lejos que me mira y que me da vino de beber.
Me siento como la mierda, me siento en el piso, destrozado por fuerzas incontenibles como en las novelas naturalistas, me siento como el héroe romántico que deja a sus pesares pegar duro en su mejilla. Me siento como jesucristo curando lepra, asqueroso, sucio, me siento un-holy, me siento como nunca quisiera sentirme, pero así me siento, así es la vida, una perra ociosa que no hace más joderte, no hace más que mirarte de reojo y ver cómo te chingan la vida de una, cómo no dan ganas de seguir en la lucha. Pero tampoco uno es pendejo, uno es estoico y se la cala, uno se da el golpe en el pecho y reza dos ave marías y se olvidó de lo que pasó. Se siente incómodo dentro del bocho, pero te olvidas de eso, otro trago y ya vas a 110km/h.
No es como árboles que pasan a tu lado, es como árboles contra los que chocas infinitamente hasta que no hay carro y eres tú, cuerpo a cuerpo que te vuelves mierda contra la pared de madera y hojas. Nada como estar emotivo un lunes sin clases.
lunes, 24 de marzo de 2008
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